Esos cuidados diarios se asientan en dos pilares básicos y no negociables que son: la higiene bucal con productos fluorados y una alimentación saludable.
Si seguís estos consejos, tu boca mejorará y tus tratamientos odontológicos tendrán mejores resultados.
En la cavidad bucal conviven miles de microorganismos que forman parte del ecosistema bucal. Ellos participan en la formación de una biopelícula incolora y pegajosa que se adhiere a los dientes y utiliza los restos de alimentos, especialmente el azúcar para su desarrollo. Algunos de ellos son protectores de la cavidad bucal y hasta participan de la digestión de los alimentos. Otros alteran el equilibrio bucal porque tienen la capacidad de desarrollar lesiones en encías y formar ácidos a partir de los azúcares de los alimentos favoreciendo el desarrollo de la caries dental.
La higiene bucal busca desorganizar esta biopelícula para evitar el desarrollo de las enfermedades de dientes y encías.
Para hacer una correcta higiene bucal es necesario:
Los fluoruros presentes en las pastas dentales cumplen un rol importantísimo para prevenir la caries dental porque impide que el diente pierda minerales, y si esa pérdida se produce favorece la remineralización de la misma. Pero para que los fluoruros sean efectivos es necesario que el cepillado dentario sea correcto.
¡Recordemos que las pastas fluoradas son las responsables de la reducción de la caries dental a nivel mundial!
Cuando la higiene bucal es deficiente, el fluoruro confiere una protección parcial frente a la caries porque la biopelícula permanece organizada, adherida al diente y los fluoruros no pueden desarrollar su acción remineralizadora. Sólo cuando la higiene bucal es satisfactoria la protección contra la caries es total.
El segundo pilar es nuestra alimentación ¿Por qué es importante cuidarla?
Una alimentación equilibrada es la base para una buena salud general y bucal, pero algunos alimentos pueden ser riesgosos y causar pérdida de minerales del diente como la caries y la erosión dental. Por lo tanto, es primordial conocer los alimentos y sus efectos sobre los dientes.
Los dulces y el azúcar son reconocidos como los principales causantes de las caries, pero su peligrosidad dependerá del tiempo que permanece en contacto con los dientes. Los pegajosos como golosinas, galletitas, barritas de cereal, budines, tortas son altamente cariogénicos. Los de mayor solubilidad como helados, leche chocolatada, refrescos reducen su capacidad cariogénica por la escasa permanencia en la cavidad bucal.
La fructosa presente en las frutas, tiene buen poder endulzante pero bajo poder cariogénico.
Alimentos con alto contenido de almidón como el pan, papas, cereales y legumbres no son tan cariogénicos como el azúcar, pero sí peligrosos porque se fijan con mayor firmeza a los dientes, no son barridos por la saliva y los ácidos que se forman permanecen mayor tiempo en contacto con el esmalte dentario.
Las gaseosas, jugos de frutas naturales o preparados, ayudan al progreso de la caries dental y por su nivel de acidez, favorecen a la erosión dental aunque sean dietéticas.
La clave para comer adecuadamente, no es prescindir de estos productos, sino saber comerlos en la medida justa y en los momentos adecuados del día evitando el picoteo entre horas. No sólo lo que uno come sino cuándo lo come es lo que marca la diferencia para la salud bucal. Las comidas principales son la mejor oportunidad porque hay mayor flujo salival que permite un rápido barrido de los alimentos.
Además, hay que destacar que el mayor consumo de azúcar no sólo es un riesgo para caries sino también predispone a otras patologías como obesidad y diabetes.
Higiene bucal con productos fluorados y adecuada alimentación son las bases de una buena salud bucal.